“Waterloo” por Milford Edge @milfordedge
Artículo traducido por Xavier F. Domènech @xavidomenech99
WATERLOO
Hoy, los principales protagonistas del fracturado movimiento soberanista catalán se reunirán discretamente en el cuartel general del exiliado Presidente Carles Puigdemont en Waterloo (Bélgica).
Esta reunión se celebra en medio de ciertas recriminaciones que critican que al acto se le ha concedido excesiva publicidad y del recelo que el President Puigdemont pretenda utilizar la cumbre como plataforma de lanzamiento de un nuevo movimiento independentista, La Crida. Aunque la presencia del President Torra está confirmada, los principales dirigentes de los partidos soberanistas y las entidades civiles no acudirán a la cita. Por tanto, más que una cumbre al más alto nivel, se tratará de una reunión de escasa importancia que se centrará en la presentación del Consell per la Repùblica y su papel en la promoción del derecho a la autodeterminación a nivel internacional. La Crida celebrará su primer acto público en Manresa el próximo sábado 27 de octubre, coincidiendo con el aniversario de la frustrada declaración unilateral de independencia, de recuerdo agridulce para muchos catalanes, un día en que el President Torra puede anunciar la convocatoria de nuevas elecciones.
La Candidatura de Unidad Popular (CUP) fue la primera formación en anunciar su ausencia en la cumbre. La CUP ha mantenido una postura muy crítica con la supuesta inacción i obediencia de Esquerra Republicana (ERC) y Junts per Catalunya (JxCat) desde que en junio se formó el nuevo Gobierno catalán, cuando las dos principales formaciones independentistas apostaron por la vía del “diálogo” y la “ampliación de la base”. Los partidos que forman el Gobierno catalán están considerando seriamente dar su apoyo a los presupuestos del Gobierno español si se produce un “gesto” desde la Moncloa. Gesto que, al parecer, consistiría en que la Fiscalía General interviniese en favor de los presos políticos catalanes. Sin embargo, la mayoría de los independentistas son partidarios de un “No a Todo”. Aunque también existe la sensación que si cae el actual Gobierno español, la alternativa (PP i Cs) podría ser aún más perjudicial.
La CUP ha retirado su apoyo al Gobierno catalán, lo que provocó, hace quince días, la pérdida de la mayoría independentista en el Parlament de Catalunya, dado que los diputados de PdeCAT no lograron ponerse de acuerdo sobre una fórmula para delegar su voto. Ahora dependen del apoyo de En Comú-Podem, que se presenta como un partido “equidistante”. Este es otro factor que aumenta la probabilidad de unas nuevas elecciones. Gracias a ellos, la mayoría republicana del Parlament de Catalunya, consiguió aprobar la reprobación y el rechazo a la monarquía española. De una manera esperpéntica, el Gobierno español ha impugnado la decisión ante el Tribunal Constitucional.
¿Y qué ocurre con los desconcertados republicanos catalanes? Pues observan con consternación que su propio Conseller d’Acció Exterior aparece en la BBC divagando sobre la necesidad quimérica de un apoyo mínimo de un “50%” del electorado para implementar la República Catalana – cuando es imposible saberlo sin un referéndum – y siguiendo el desacreditado relato del Estado español sobre el “independentista violento” debido a unas ligeras demostraciones de ira de una pequeña minoría en las últimas semanas. Mientras tanto, la violencia de la policía española y catalana no cesa de reprimir las manifestaciones en las que la gente no se limita a vestirse de independentista y llevar ramos de flores.
Los republicanos catalanes se sienten desconcertados por las continuas llamadas a concentrar sus energías en el enemigo común y a dejar en paz a los políticos catalanes. Se producen llamamientos por parte de la ciudadanía para que los políticos actúen con valentía y llamamientos por parte de los políticos a que los ciudadanos actúen con valentía. En lugar de ampliar la base, el retorno de los partidos soberanistas a la “realpolitik” ha atomizado el núcleo. La estrategia de esperar y tener paciencia no es acogida con entusiasmo por parte de la ciudadanía que sabe muy bien que no hay, ni ha habido, ni habrá, oportunidad alguna de diálogo entre el Estado español y Catalunya sobre la autodeterminación. Tampoco hay posibilidad alguna que ningún político catalán o español pueda volver a encerrar en la botella al genio de la autodeterminación.
El Estado español, a través de una represión brutal y la temerosas racionalidad de ERC y PdeCAT han conseguido desmovilizar a corto plazo el movimiento independentista, dejándolo sin líder, o liderado por fuerzas demasiado diversas y dispersas para garantizar la eficacia del movimiento. Es difícil para la ciudadanía saber que camino debe tomar cuando uno de sus líderes pronuncia un sermón sobre los “puros”, los “impuros” y los “zelotes” desde su “celda-púlpito”, mientras otros lanzan sus nuevos proyectos desde Waterloo. La ambigüedad de ambos mensajes no ayuda a la movilización de la ciudadanía.
Nadie dijo que esto sería fácil. Divididos en lo que concierne a conseguir el objetivo, hay políticos catalanes que parecen no compartir este objetivo, o incluso no haberlo compartido nunca. Es como si pensaran que han despertado a una bestia, (cuando en realidad ha sido la bestia quien los despertó) y que después de un tiempo, cansados y asustados, sólo desearían volver a dormir de nuevo y que las cosas vuelvan a ser como antes. El problema es que las cosas no volverán a ser como eran hace 4, 14, 40 u 80 años. No puede ser.
Entre los mayores enemigos del republicanismo catalán siempre han estado los nacionalistas catalanes conservadores, los que se han comprometido con el statu quo, los adictos a la comodidad, los que se bajaron del tren de la independencia cuando alguien accionó el freno de emergencia. Ahora, da la impresión que muchos de los pasajeros políticos han bajado de este tren.
Todos necesitan saber la verdad sobre esta situación, los acontecimientos que han llevado a ella y las intenciones actuales y futuras de aquellos que los representan. Lo cierto es que, escuchando a sus líderes, la mayoría de los independentistas no están preparados para ello en este momento, teniendo en cuenta a lo que se enfrentan y a su enorme poder. La acción directa y la resistencia no violente se han convertido en la única estrategia, pero la mayoría de los catalanes no parecen estar dispuestos a volver a levantarse a menos que sepan exactamente para qué.
¿Y qué decir del Estado español? Está tan enloquecido, actúa con tanta perversidad y es tan peligroso como lo ha sido desde el retorno de la “democracia”. La razón principal para irse no ha cambiado y no cambiará. De hecho, la lógica nos dice que empeorará. Todo el mundo sabe que otra España no es posible, que el Estado español es incorregible. Ahora estamos en esa fase en la que el agresor amenaza con nuevas agresiones, cuando todavía no han desaparecido las secuelas de la anterior y el polvo aún no se ha disipado.
Y allí están los catalanes, en el limbo de su república frustrada, perdidos en el desierto, inseguros sobre el camino a seguir. Como factores positivos cuentan con que es poco probable que el número de unionistas haya aumentado desde el año pasado, que el apoyo a un referéndum de autodeterminación sigue siendo del 80% de la población catalana y que la naturaleza esencial del movimiento soberanista es la mutabilidad, el cambio.
Original por MILFORD EDGE @milfordedge (barbaryfigs)
http://barbaryfigs.com/2018/10/22/waterloo/
There is no chance that any Catalan or Spanish political party will be able to put the self-determination genie back in the bottlehttps://t.co/slbvpT0KCF
— barbaryfigs (@milfordedge) October 22, 2018
Artículo traducido por Xavier F. Domènech @xavidomenech99
Article translated Xavier F. Domènech @xavidomenech99
Publicado el 22 de octubre 2018